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Como las tardecitas de Buenos aires, los primos Sbarra también tenemos “ese qué se yo, viste?” que nos caracteriza.
Y ese qué sé yo (¿o será un no sé qué..?) que nos distingue es ese espíritu gregario que ha conseguido que, desde hace más de sesenta años y pase lo que pase, los primos nos mantengamos no juntos, pero sí unidos y comunicados.Pueden pasar semanas o meses enteros en que cada uno anda en lo suyo -su familia, su trabajo, sus cosas- y sin que nos veamos las caras. Pero cuando al fin nos encontramos, esas semanas o meses desaparecen como por arte de magia y siempre es como si nos hubiésemos dejado de ver el día anterior.
Pero contémosles a los más jóvenes que esa camaradería familiar no nació con nosotros sino que viene desde antes, de mucho antes…En la casa de Abuela (allá en calle 1), donde nosotros, los primos, forjamos ese sentimiento de confraternidad y aprecio tan profundo y duradero, eran habituales las reuniones de nuestros tíos y tías, es decir, entre hermanos, hermanas, cuñados y cuñadas.
Es que era una época en que la gente se reunía a conversar. Por las tardes Yiyo dejaba el consultorio por un rato y se iba adentro a tomarse un mate cocido y a charlar un rato, Jilma alternaba entre la casa de su madre (en 47 y 116) y lo de Abuela, y Nolo, apurado como de costumbre, siempre se ingeniaba para darse una vueltita.
Y las tardecitas de sábados y domingos, cuando nosotros nos juntábamos en la gran cocina a jugar “al dedal” o “al pinche”, a dibujar en las libretas negras que nos traía Delfor y a comer galletas Tibar, los tíos se reunían invariablemente en el comedor de la casa a conversar y pasar un rato juntos.
Y por ahí llegaba Roberto, ampuloso y extravertido como siempre, y alteraba el clima por un rato, pero enseguida las charlas retomaban la calma y el sosiego propios de aquel tiempo tan lejano como entrañable.
Era una época en que se hacían “visitas” y era común, por ejemplo, que de vez en cuando apareciesen “los Carriquiriborde” (parientes por el lado de Abuela Ciriaca) o los Sbarra de Vicente López (parientes de Abuelo Umberto).
¡Y los grandes almuerzos de Navidad y Año Nuevo..!! Ahí sí que estábamos todos… Y venían los amigos de Oscar a saludarla especialmente a Abuela… y la gran casa se llenaba de gente… y nosotros, los chicos, teníamos una mesa especial en el patio bajo el enorme toldo verde… y nos peleábamos por las patas de pollo… y devorábamos enormes cantidades de ensalada de frutas… y aprendíamos a romper las nueces y las avellanas…
Con los años, a medida que nuestros padres y tíos se fueron liberando de las responsabilidades que nosotros les generábamos, comenzaron a hacer algunos viajecitos y paseos juntos. Nélida y Mariano, Lidia y Delfor, y Dory y Guica solían salir en uno o dos autos a hacer miniturismo todos juntos. A veces también se iban de vacaciones en grupo.
Mamando ese estilo de vida hogareña, compartida, afectuosa y con gran armonía familiar, crecimos los primos Sbarra.Y para explicar aquel no sé qué del inicio no podemos pasar por alto las reuniones de sobrinos que organizó Roberto a partir de fines de los 60 o principios de los 70, cuando ya la mayoría de los primos habíamos superado la adolescencia (que por entonces terminaba mucho antes que ahora…)
Roberto fue el gran impulsor de las reuniones de primos, y esas cenas eran memorables. Él elegía fecha y lugar de la reunión e inclusive pagaba todo. Jamás quiso que compartiéramos los gastos y a la menor insinuación nuestra de querer hacernos cargo de algo inmediatamente se hacía el enojado u ofendido, abortando cualquier posibilidad de insistencia por parte nuestra.
Las reuniones eran exclusivas de Roberto con sus sobrinos (y sus parejas) y la única que a veces participaba era Jilma a quien Roberto distinguía como invitada especial.En un principio las reuniones se hacían en la Cervecería Teutonia, que estaba en calle 9 entre 47 y 48, pero con el tiempo se trasladaron a alguna de las casas (Diana, Irene, Dickie) o a algún local alquilado, e incluso continuaron más adelante sin el gran Roberto.
Hasta que finalmente -como no podía ser de otra manera- el 21 de marzo pasado los Sbarra parimos la primera reunión de los Sub…
Aquella mesa enorme presidida por el Abuelo Humberto, que con su mirada severa y rigurosa mantenía a raya a sus siete hijos con el invalorable apoyo de la Abuela Ciriaca, derivó en este tesoro que hoy tenemos y que debemos conservar celosamente.
Durante más de ochenta años, quienes compartían aquella mesa allá en la casa de calle 1, nos transmitieron y nos inculcaron las raíces, las simientes, las bases de nuestro espíritu familiar. Y no caben dudas de que -cada uno a su manera- lo hicieron magníficamente.
Ya no están los abuelos ni tampoco los tíos. Pero quedamos los primos. Nosotros -Silvia, Jorge, Dickie, Irene, Alberto, Eddy, Willie, Daniel y Diana- representamos ahora la tradición, el arraigo, las fuentes que queremos preservar, y es nuestra responsabilidad reducir la distancia afectiva entre las generaciones.
Y están ustedes, los Sub, para tomar la posta y darle nuevo impulso.
Por, al menos, otros ochenta años…
Única foto rescatada hasta ahora de los once primos juntos.
¿Alguien puede aportar otra..?




