Algún día todas las familias tendrán algo así…

Foto: Lidia Estela

septiembre 19, 2010

Recordando a los tíos (2)...

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Hola a todos..!!
El año pasado inauguramos esta sección para recordar a nuestros siete tíos y sus parejas (si no te acordás, hacé click acá).
Como dijimos entonces, fueron ellos, tíos y tías, quienes en aquellos lejanos días en que nos juntábamos los fines de semana en lo de Abuela, nos inculcaron ese estilo de vida hogareña, compartida, afectuosa y con gran armonía familiar, en el que crecimos los once primos Sbarra.
Es justo y necesario, entonces, que los tengamos presentes a todos y que podamos transmitir a quienes nos suceden quiénes eran y cómo eran nuestros queridos tíos.
Por supuesto, sería magnífico que se sumaran aportes del resto del primaje.
Los estaremos esperando.
DR

Hoy recordamos a…  ¡Delfor..!

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Guardo un particular cariño por Delfor.
Muchos de mis recuerdos más antiguos, relacionados con vivencias importantísimas que me marcaron definitivamente, están vinculados con Delfor.
Cuando éramos muy chicos él nos instruía en la técnica de cómo pegarle a la pelota, primero en el patio de lo de Abuela, y luego en las canchas del Colegio Nacional.
La Abuela Lucía, Lydia y Delfor
Nos llevaba a Jorge, Alberto y a mí a patear entre los árboles de los jardines de la Facultad de Ingeniería, ese entrañable lugar que era una especie de extensión tanto de nuestro departamento (nosotros vivíamos justo enfrente) como de la casa de Abuela (que estaba a la vuelta).  Quizás por eso sentíamos  -estábamos convencidos-  de que esos jardines nos pertenecían.  Eran nuestro hábitat y nadie los conocía mejor que nosotros.
Nélida y Delfor en Río Santiago - 1940
Allí íbamos con nuestra pelota de goma y Delfor, con esa paciencia que generalmente descubrimos en nuestros mayores sólo cuando nosotros también lo somos, nos enseñaba cómo pararnos frente a la pelota y a pegarle con el empeine, abriendo el pie.  A mí me sorprendía la facilidad y precisión con que le entraba y la fuerza con que la despedía.
A veces nuestra excursión deportiva se extendía un poco más y entonces nos llevaba a los frontones que están cerca de la pileta de la Universidad (a ese sector nosotros lo llamábamos el fondo) y allí nos enseñaba a jugar a la pelota paleta.
Saliendo del mar
Y a la tardecita, cuando se ponía el sol y refrescaba un poco, volvíamos a lo de Abuela y el lugar de reunión de todos los primos era, por supuesto, la enorme cocina de la casa de calle 1.  Allí teníamos unas cajas con varios mazos de naipes y mientras los chicos jugábamos al pinche, al culo sucio y a la escoba, los grandes se juntaban a charlar y a tomar mate en el comedor.
Sin duda lo que más nos gustaba era jugar al cuarto oscuro, pero ése era un programa que duraba sólo un rato porque el alboroto y el escándalo que armábamos era tan grande que enseguida venía alguna de las tías a imponer el orden y a ‘sugerirnos’ que jugásemos a algo más tranquilo, por ejemplo, al veo-veo o al dedal…
El clásico de 1934 (4 a 1)
¿Y qué tiene que ver esto con Delfor..? Tiene que ver con que otro de nuestros entretenimientos en esa gran cocina era dibujar y pintar en unos cuadernos y libretas que él nos traía de YPF, junto con lápices, gomas y otros útiles que nos repartía; uno a cada uno para que no nos peleáramos.
Las libretas y cuadernos eran de papel cuadriculado con tapas negras de hule y creo que todos los primos hicimos nuestros primeros palotes y dibujos en ellos.  
Comunión de Carlos
Mi libreta –que conservé durante muchos años-  tenía infinitos diagramas de fantásticas jugadas en imaginarios partidos de fútbol, nombres de jugadores y formaciones de equipos.  También dibujábamos batallas de todo tipo, entre indios, soldados, gladiadores y monstruos, y el que se destacaba por encima de todos por sus dibujos extraordinarios era Juan Carlos (Chaves), primo de Silvia e Irene, que muchas veces compartía nuestras tardes en lo de Abuela.
Las libretas de Delfor eran para nosotros lo que la play station es hoy para nuestros nietos…

En familia (Jorge fotógrafo)
También fue Delfor el que nos llevó por primera vez a la cancha y el que nos acompañó los primeros años hasta que se nos autorizó a ir solos.  De aquellos partidos en los viejos tablones de madera de calle 1 recuerdo la serenidad y el silencio con que él miraba los partidos mientras Jorge, Alberto y yo hacíamos gala del bullicio y la inquietud propios de nuestra edad.
Lydia y Delfor con
Mauro y los trillizos
Pero el más gracioso de aquellos recuerdos es de cuando estábamos por entrar a la cancha por la vieja entrada de socios de la calle 1.  Él siempre nos indicaba sutilmente por qué andarivel teníamos que entrar, para que nos tocara alguno de los viejos porteros del Club que lo conocían muy bien.  Cuando llegábamos frente al control Delfor metía su mano en el bolsillo superior del saco (en aquella época los hombres iban de saco a la cancha…) amagando sacar un carnet de socio que NO tenía, y el portero invariablemente le decía: “¡Pero por favor, Sbarra…!  Adelante, pase, pase, nomás…”  Y así entrábamos los cuatro a la cancha…
Es que en aquellos años (década del 50), todos recordaban y conocían a los tres famosos hermanos que compartieron la línea media del primer equipo de Estudiantes.  Sbarra era apellido de prócer viviente.

Algunos años más tarde, cuando Lydia y los chicos se mudaban en las vacaciones a la quinta que los Cuttica tenían en San Miguel, Delfor viajaba los viernes por la tarde cuando salía de YPF y volvía los domingos a la noche para ir a trabajar al día siguiente.  Y fue con él que hice mis primeros viajes en tren hasta aquella hermosa quinta.  Viajaba con Delfor un fin de semana, me quedaba allá una semana entera y volvía a La Plata nuevamente con él el domingo siguiente.  Las primeras veces que anduve a caballo fueron allá en San Miguel y el que nos llevaba era, por supuesto, Delfor.

Dory y Lydia en Trujuy (1959)
No puede hablarse de Delfor sin recordar a la gran Lydia, única mujer en una casa de cinco varones, condenada por lo tanto a cocinar, coser, tejer, lavar, etc, etc, actividades en las que invariablemente salía airosa de manera increíble…  Porque ir a comer a lo de Lydia era una experiencia singular, ya que las pastas que hacía no tenían comparación (…y pensar que a Jorge no le gustaban…  ¡¡quería siempre carne..!!)  Y para la hora del mate hacía una torta, o una rosca, y además tejía a una velocidad increíble…  ¡Una mujer extraordinaria..!!

1974 - Los cuñados en Azul
En los últimos años, cuando ya los hijos fuimos suficientemente grandulones como para manejarnos por nuestra propia cuenta, Nélida, Mariano, Lydia, Delfor, Dorita y Guica compartieron unos cuantos viajes, a veces de vacaciones al interior del país y otras veces de simple miniturismo de fin de semana.
Lydia y Delfor en
el ACA de Azul
En uno de esos viajes pasaron por Lobos, Provincia de Buenos Aires, y cuando preguntaron qué había de interés para ver además de la laguna, les dijeron “la casa donde nació Perón”, así que allá fueron.  Delfor tenía una gran antipatía y aversión por Perón pero, callado y discreto como siempre, no se opuso.  Eso sí, cuando llegaron frente a la casa y detuvieron el auto para ver el frente, él giró la cabeza hacia el lado opuesto y miró hacia la vereda de enfrente durante todo el tiempo que estuvieron estacionados frente a la casa.  ¡¡No quiso ni verla..!!

Dos grandes: Delfor y el Glaciar Perito Moreno
Mis primeras patadas a la pelota…  Mis primeros palotes en sus libretas…  Mis primeras idas a la cancha…  Mis primeros viajes a San Miguel… Mis primeras cabalgatas… 
Allí estuvo siempre presente Delfor, con su escasez de palabras, sus silencios, su humor sutil y casi imperceptible, pero siempre cerca mío en aquellas vivencias que me marcaron profundamente para siempre.
¡¡Cómo no voy a recordarlo con cariño..!!


Además de Estudiantes
y Quilmes, también
brilló en Huracán

septiembre 05, 2010

Filarmónica Dowcipu - Aserejé
¿Qué pasa cuando una orquesta filarmónica –en este caso la Filarmónica Dowcipu de Polonia–  se anima a tocar el famoso “Aserejé” de Las Ketchup..?