De los misterios e incógnitas que giran en torno al grumete aquel que vino desde la Isla de Elba. De cómo el tano de Barracas y la vasca de Magdalena fundaron, sin imaginarlo, una familia de deportistas y otras celebridades. De trenes puntuales, siete hermanos muy unidos y un padre inflexible. Del afecto que perdura.
Había una vez... un barco cuyo nombre ignoramos, que llegó de Europa con una carga muy especial: traía en sus entrañas nada menos que a Giovanni Battista Gabriello Sbarra, uno de nuestros bisabuelos, de quien provienen todos los Sbarra de nuestra familia.
Giovanni Battista Gabriello Sbarra (no cualquiera tiene doble consonante en cada uno de los tres nombres y además en el apellido...) había nacido el 26 de julio de 1848 en Portoferraio, en la Isla de Elba, que está enclavada en el Mediterráneo entre Córcega y la Italia continental y es famosa por haber albergado a Napoleón en su exilio. Lo poco que sabemos de él es que el 24 de abril de 1863 -tenía sólo 14 años- se enroló en la Marina Mercante Italiana en calidad de grumete (‘mozzo’ dice el Libretto di Matricolazione que llegó hasta nosotros) y que el 28 de abril de 1880 obtuvo la baja como marinero de tercera.
En algún impreciso momento de esos diecisiete años llegó a la Argentina, donde se radicó y se casó con Agustina Balestrini. No sabemos, en este caso, si Giovanni viajó a la Argentina para quedarse, si se quedó porque le gustó, porque se enamoró o porque se equivocó... Sólo sabemos que se quedó. También sabemos que el 10 de junio de 1880 nació en Lomas de Zamora, BA su hijo Humberto Ulises José Sbarra, quien ya mayor y radicado en Barracas conoció un día a Ciriaca Moraima Carriquiriborde, oriunda de Magdalena pero que por ese entonces vivía en Avellaneda, con quien luego se casaría para radicarse en La Plata. Ellos son nuestros abuelos, bisabuelos o tatarabuelos, según desde donde se los mire.
Igual que sus hermanos, Humberto trabajaba en el Ferrocarril Sud, precisamente en la Casa Amarilla que hoy pertenece al Club Boca Juniors y vivía muy cerca de allí, en Barracas. Ciriaca, por su parte, estaba viviendo en casa de una amiga, en Avellaneda. El destino quiso que uno de los dos (¿cuál..?) cruzara el Riachuelo, se conocieran, se enamoraran, se casaran... ¡y aquí estamos todos nosotros..!!! Humberto fue, durante muchísimos años, el Jefe de la Estación La Plata del Ferrocarril Sud (en 1 y 44) y su gran orgullo era que durante su gestión jamás salió atrasado un tren (..!). El matrimonio de Humberto y Ciriaca tuvo cinco hijos varones (Noel, Oscar, Raúl, Roberto y Delfor) y luego dos hijas (Nélida y Dorita).
Los Sbarra, hay que decirlo, fueron -ante todo- extraordinarios deportistas. Tenían ese don excepcional “...que signa nuestro destino y determina nuestra existencia...”, y a ellos les debemos, entre muchas otras cosas, la pasión por Estudiantes. Que no es poco (al menos para quien esto escribe).
Pero vayamos por partes y empecemos por Noel (Nolo), el mayor, recordado fundamentalmente por su brillante carrera como médico pediatra, historiador, escritor, maestro y humanista: un verdadero bocho, con una capacidad extraordinaria para concretar proyectos. La Casa Cuna, que dirigió magníficamente durante muchísimos años, hoy lleva su nombre. Y es justo. Sin embargo, muchos no saben que, además, Nolo fue un gran jugador de fútbol y de pelota a paleta, actividades que finalmente relegó por el estudio. Falleció en 1974, a los 67 años. Hoy, treinta y cuatro años después, su huella permance increíblemente fresca y los efectos de su fogosidad, su empuje y su determinación no han perdido fuerza.
El segundo fue Oscar, que se recibió de Doctor en Ciencias Económicas y trabajó en el Banco Central. Dicen los que lo conocieron bien que era un verdadero crack (así se decía en aquella época...) jugando al fútbol, pero una rodilla lo traicionó demasiado temprano y lo dejó lamentablemente afuera. También fue un gran jugador de basquet, recio y combativo como pocos. Murió muy joven, a los 45 años (1955) y los primos grandes tenemos unos pocos recuerdos de él.
Al tercero, Raúl, directamente no lo conocimos. Igual que Roberto, dejó los estudios universitarios para jugar al fútbol en Estudiantes y ambos hicieron brillantes campañas. El Colorado, como le decían a Raúl, debutó en 1ra. División en 1930 (19 años) junto a extraordinarios jugadores como Nolo Ferreyra y compañía. En 1936, junto con Lauri, Scopelli, Guayta y Tellechea se fue a jugar a Europa. Jugó primero en Francia, luego en Portugal, fue director técnico del Estoril (Lisboa) y nunca más volvió a la Argentina. En la década el 60 yo tomé la iniciativa de escribirle y durante algún tiempo mantuvimos contacto epistolar, que luego se desvaneció. Falleció en 1970, a los 59 años. Treinta años más tarde, en 1999, Eddy visitó su tumba en La Coruña, España (creo que es el único de la familia que ha estado allí) y luego me escribió: “...el de Raúl es un cementerio duro, con mar y rocas y viento frío, pero hermoso en su dureza”. También le dejó una flor, quizás la única que ha recibido en todos estos años.
Roberto, apodado Robertón, fue seguramente el más conocido y popular de todos, no sólo por su brillante campaña como futbolista (en Estudiantes y en la Selección Nacional) y luego como Director Técnico y Periodista, sino también por su extraordinaria personalidad. Roberto fue un verdadero personaje: ocurrente, pintón, atrevido, generoso, elegante, mañero, seductor, divertido, transgresor, culto, simpático, bohemio, noble... Cualquiera de estos adjetivos le cae tan bien como bien le caía a su estampa varonil cualquier prenda que se calzara (y si no, ver foto adjunta...). Falleció hace ocho años, el 21 de febrero de 2000. Decía que no quería que cuando falleciera estuviésemos tristes porque había tenido una vida tan buena y tan intensa que la tristeza estaría fuera de lugar; más bien prefería que brindásemos por él. Varios cumplimos.
Delfor, el menor de los varones, fue también jugador de Estudiantes; el de menor trayectoria probablemente por jugar a la sombra de sus dos hermanos mayores. Sin embargo, allá por 1935, en cuatro únicos y memorables partidos fueron protagonistas de un hecho histórico del fútbol nacional cuando la “línea media” (equivalente a los volantes de hoy) de Estudiantes formó con Delfor, Roberto y Raúl Sbarra. Más que una curiosidad, un lujo. Transferido al Club Quilmes tuvo allí una destacadísima trayectoria al punto que cuando falleció (1991) el diario El Sol se refirió a él como "una gloria del fútbol quilmeño". Delfor tenía un gran sentido del humor, un tanto cáustico, y dejó algunas anécdotas imperdibles que algún día refrescaremos.Ah..! ¿Saben una cosa..? A pesar de la fama de sus célebres hijos jugadores nuestro abuelo Humberto jamás pisó una cancha de fútbol... (Cuando le preguntamos a Dorita si era cierto que su papá nunca fue a ver jugar a sus hijos, contestó sin dudar: “¡Pero no, qué iba a ir..!! Lo único que quería era que estudiaran y siempre se opuso a que jugaran al fútbol...)
Y vinieron las nenas... Primero nació Nélida, mi querida madrina, y luego Dory, mi querida mamá. En una época en que las mujeres estaban muy alejadas de todas las prácticas deportivas, ellas jugaron al tenis, al basquet, al tenis criollo ...y hasta al fútbol, en partidos informales con su grupo de amigos..!! Y ambas fueron fervientes seguidoras de sus hermanos varones y de sus exitosas campañas deportivas.De Oscar (2), Delfor (4), Nélida (2) y Dorita (3) derivamos los once primos Sbarra, que conformamos casi una cofradía. En ese formidable fogón de vivencias maravillosas que era "lo de Abuela" se hornearon y aderezaron muchos de nuestros recuerdos más entrañables. Allí, desde chicos y bajo la atenta mirada de tíos y tías, "los Sbarra" desarrollamos un sentimiento de confraternidad y aprecio muy profundo, que se ha mantenido y fortalecido a través de los años.
Y que, como una consigna nunca escrita, intentamos transmitir a los que nos siguen.


6 comentarios:
Dickie escribiste :"Delfor tenía un gran sentido del humor, un tanto cáustico, y dejó algunas anécdotas imperdibles que algún día refrescaremos".. Me encantaría leer esas anécdotas!
Alguna vez que nos juntemos primos y subprimos, los más grandes podríamos recordar diferentes anécdotas de nuestros fantásticos tíos.
Ya una vez lo hicimos en lo de Diana y resultó muy divertido...
Siii!
Lujo de familia Dickie!!
No conocía la curiosidad de la línea media con los tres Sbarra y añoro cuando se presentaban los equipos con el 2-3-5 o se recitaban de memoria líneas medias famosas como Daponte, Guidi y Nazionale de Lanús del 56 o la contemporánea pincha de Castillo, Zappa y Magri
¡Qué bueno que después de tantos años de publicado el post sigan apareciendo comentarios, y qué bueno encontrarte a vos, Alberto, comentando en esta página familiar.
Para nuestra familia -Pincharrata casi en su totalidad- es motivo de gran orgullo que nuestros tres tíos (hermanos de mamá) hayan en su momento marcado un récord extraordinario jugando juntos en la línea media de la Primera División del Club.
A propósito de tu mención de la famosa línea media de Lanús, tengo entendido -aunque no he podido corroborarlo fehacientemente por falta de registros- que fue justamente Roberto Sbarra quien promovió a la primera división al joven Juan Héctor Guidi, cuando dirigió como entrenador al Club Atlético Lanús.
Gracias por tu aporte. Abrazo grande.
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