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Hola a todos..!!
Hoy inauguramos esta nueva sección en la que periódicamente iremos recordando a nuestros tíos. A todos nuestros tíos y tías, es decir, a los siete hermanos Sbarra y también a sus parejas.
Fueron ellos, tíos y tías, quienes en aquellos lejanos días en que nos juntábamos los fines de semana en lo de Abuela, nos inculcaron ese estilo de vida hogareña, compartida, afectuosa y con gran armonía familiar, en el que crecimos los once primos Sbarra.
Es justo y necesario, entonces, que los tengamos presentes a todos y que podamos transmitir a quienes nos suceden quiénes eran y cómo eran nuestros queridos tíos.
Por supuesto, sería magnífico que se sumaran aportes del resto del primaje.
Los estaremos esperando.
DR
Hoy recordamos a… ¡Robertón..!
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Ya dijimos alguna vez aquí (18/08/08) que Roberto era ocurrente, pintón, atrevido, generoso, elegante, mañero, seductor, divertido, transgresor, culto, simpático, bohemio, noble...
Y quienes lo conocimos seguramente esbozamos una sonrisa al recordarlo porque Roberto era así: un tipo que derrochaba simpatía, gracia y buen humor.Pero empecemos por el principio -que siempre es un buen punto de partida- diciendo que desde chico Roberto fue bastante, digamos... ¡revoltoso! A Nélida y Dorita les gustaba rememorar las anécdotas de las travesuras de Roberto y lo hacían siempre con esa mezcla de gracia y fascinación con que generalmente las mujeres ven a sus hermanos varones mayores. En cambio, por lo que recuerdo, Nolo y Delfor solían ser un poco más críticos y, al menos delante de nosotros, adoptaban en general una actitud de aparente reprobación y severidad respecto a las andanzas de su hermano.
Recuerdo haber escuchado, por ejemplo, que siendo bastante chico Roberto una vez se cayó desde la ventanilla... ¡de un tranvía!! Y que otra vez paseando en lancha por el Tigre (adivinen qué...), obviamente... ¡se cayó al agua!!Ya un poco más crecidito le prendió fuego al diario que un señor estaba leyendo plácidamente sentado en la vereda de un café, falsificó las notas del boletín de calificaciones del Colegio y hasta convenció a un amigo de que en su casa tenía... ¡un criadero de pingüinos..!
Esto último fue así: En calle 46 entre 1 y 115, es decir, a la vuelta de la casa de los Sbarra, había una fábrica de hielo (por aquel entonces no existían las heladeras eléctricas y había que comprar hielo diariamente). Así que Roberto le contó a un amigo -bastante crédulo el pobre- que en su casa de calle 1 tenía un criadero de pingüinos y que para mantenerlos en clima desde la fábrica le enviaban el hielo por un pasadizo secreto (..!). Así fue como este amigo un día tocó timbre y le dijo a la Abuela Ciriaca que venía a ver los pingüinos de Roberto...
Tal como lo harían sus sobrinos (nosotros) 30 años más tarde, Roberto empezó a jugar al fútbol en las canchas del Colegio Nacional con una barrita integrada por sus hermanos Raúl y Delfor, Roberto Barandiarán, Anselmo Marini y otros. Un día los vio Jorge Mateo, que buscaba chicos para las divisiones inferiores de Estudiantes y los llevó a probarse a la cancha de 1 y 57. Lo probaron y quedó fichado para jugar en la Quinta División. Tenía 15 años y corría el año 1928.Mientras en la Primera ya se lucían el Toro Calandra, Zozaya, Scopelli y Nolo Ferreyra, Roberto fue campeón con la 5ta. en 1928 y con la 4ta. en 1929 y 1930. En 1931 volvió a salir campeón con la Intermedia, que equivalía a lo que años después pasó a ser la Reserva.
En 1931 ya intervino en algunos amistosos con la Primera, donde terminó afianzándose definitivamente en 1933 (21 años) y donde jugaría hasta 1941 en que fue transferido a Huracán, por entonces un club considerado ‘grande’. Algunos años antes, en 1934, estuvo a punto de irse a jugar a Italia gracias a una gestión del ‘Conejo’ Scopelli, pero la transferencia finalmente se frustró. A esa altura ya había abandonado la Facultad de Derecho y optado definitivamente por el fútbol.
Roberto y Raúl jugaron juntos en Primera en varias temporadas y, allá por 1935, en cuatro memorables partidos, la línea media de Estudiantes (se los llamaba ‘jases’ y equivalían a los volantes de hoy) se integró con los tres hermanos Sbarra: Delfor, Roberto y Raúl, jalonando así un caso único en el fútbol profesional argentino y probablemente también mundial (ver aquí).
Hacia fines de la década del 30 Roberto empezó a integrar también la Selección Argentina, donde se destacó junto a figuras como Pedernera, Salomón, Sastre, Moreno, el Chueco García y otros monstruos de ese calibre. Ese equipo ganó varias Copas Internacionales de aquella época (Roca, Sáenz Peña, Ortiz) y se consagró definitivamente en 1941 cuando ganó de manera brillante el Campeonato Sudamericano (hoy Copa América) en Chile. Algunos memoriosos consideran que fue el mejor Campeón Sudamericano que dio el fútbol argentino (nueve partidos jugados, nueve ganados y un derroche de calidad y solidez) (ver aquí y aquí).
Su carrera como futbolista concluyó abruptamente en 1946 cuando el presidente de Huracán -Tomás Ducó- le propuso dejar de ser jugador para ser entrenador del primer equipo, oferta que Roberto aceptó pues se había lesionado una de sus rodillas. A partir de entonces su trayectoria como director técnico hizo escalas dos veces en Huracán (donde dirigió nada menos que a Alfredo Di Stéfano), en Lanús (donde descubrió a Guidi), en Vélez (su presidente, Don José Amalfitani, le hizo comprar el famoso escarabajo Volkswagen color cremita...), en Estudiantes (1953 y 1961) y en Independiente (campeón en 1960).
Párrafo aparte merece su paso por… ¡Gimnasia! En 1947 el Lobo platense debía jugar en Primera B, adonde había descendido a fines de 1945. Su presidente, Gabriel Rodríguez era muy amigo de Roberto y le pedía que se viniese a La Plata a dirigir a Gimnasia porque quería retornar a Primera A. Como Roberto se negaba por su pasado Pincha, Rodríguez le pidió al gobernador Mercante que intercediera. Mercante citó a Roberto y le pidió especialmente que no defraudara a Rodríguez, que era amigo de ambos. Ante esa situación Roberto aceptó el pedido con la condición de volver a Huracán una vez concluido el campeonato e independientemente del resultado que obtuviese. Así fue como sacó campeón del Ascenso a Gimnasia y a la semana siguiente renunció para volver a dirigir al equipo del globito.
En la década del 60, después de salir campeón con Independiente (ver aquí) y de un paso desafortunado por Estudiantes (1961), Roberto se inició en el periodismo deportivo, actividad que desarrolló durante varios años en Radio Rivadavia (junto a José María Muñoz) y en Radio Provincia, en ambos casos como comentarista.
Así fue como comenzó una etapa de numerosos viajes por el mundo siguiendo a diferentes equipos (Copas Libertadores de América, Copas Intercontinentales, etc.).Durante mucho tiempo participó de la Oral Deportiva, un programa que José María Muñoz tenía en Radio Rivadavia y que reunía absolutamente toda la información sobre fútbol y otros deportes. El programa iba de lunes a viernes a las 19 horas y Roberto tenía a su cargo la comunicación desde La Plata de las novedades de los equipos platenses. La conexión se hacía por vía telefónica un rato antes del programa, grabando la entrada de Roberto que luego salía al aire simulando estar ‘en vivo y en directo’.
Como Roberto no tenía teléfono, la mayoría de las comunicaciones las hacía desde nuestra casa. Por aquella época nos reuníamos a estudiar con mis compañeros de Facultad que -un poco cholulos ellos- quedaban fascinados al escuchar la transmisión de Roberto, primero desde la pieza contigua desde donde grababa y minutos más tarde por la radio, como si fuese en vivo…
En una oportunidad viajó a Perú con el equipo de Muñoz a cubrir un partido de Racing en la Copa Libertadores. Habíamos convenido que yo lo iría a buscar a Ezeiza al día siguiente para lo cual -me dijo- él incluiría el dato disimuladamente, diciendo al final de la transmisión algo así como ‘Volvemos en el vuelo tal y tal que llega a tal hora...’ Me recomendó una y mil veces que estuviera atento porque lo iba a decir muy sutilmente, así que una vez que terminó el comentario final del partido yo estaba extremadamente alerta escuchando con suma atención todo lo que decía para que no se me escapara el mensaje casi oculto que me enviaría. Sin embargo, cuál no sería mi sorpresa cuando poco antes del cierre escucho “Y a mi sobrino Dickie Randrup le aviso que voy a llegar en el vuelo tal y tal, así que por favor me vaya a buscar a Ezeiza..!” (y lo repitió dos veces...). A partir de ese momento el teléfono de casa no paraba de sonar por todos los que habían escuchado la transmisión y querían avisarme del recado de Roberto. Ese día descubrí, definitivamente, el poder y el alcance de los medios masivos de comunicación...
Roberto siempre hizo gala de un humor notable. Capaz de animarse a todo, disfrutaba de las bromas más insólitas que pergeñaba con increíble ingenio y creatividad.En una oportunidad estaban los cuatro hermanos (Roberto, Delfor, Nélida y Dorita) haciendo un trámite bancario, cuando se acercó un desconocido a saludarlo y lo abrazó como si fuesen íntimos amigos. Acto seguido le preguntó si se había casado, con lo que Roberto dedujo al instante que no era un amigo cercano ya que su celibato era uno de sus rasgos insoslayables y ‘todos’ sabían que era un soltero empedernido. Así fue como con un “¡Sí, por supuesto..!” la presentó a Nélida como su flamante esposa. Acto seguido, justo cuando Delfor iba a estrechar la mano del desconocido pronunciando el saludo de rigor, Roberto intervino para decir: “Éste es mi hermano más chico, te acordás que es sordomudo..?” “Sí, claro…” contestó el otro, y Delfor tuvo que morderse la lengua para tragarse el saludo que estaba a punto de emitir y para contener la carcajada que pugnaba por explotar…
Más allá de su gracia y simpatía, Roberto siempre fue -además- un tipo muy generoso. Era habitual que apareciese con regalos inesperados y cuando viajaba siempre traía pañuelos y corbatas de seda, perfumes, escudos deportivos, postales, discos, etc. que después repartía entre sus amigos y parientes. Ya hemos contado que cuando organizaba aquellas memorables cenas con todos sus sobrinos él siempre bancaba todo y se enojaba si alguno amagaba con pagar su parte.
Nunca sabremos cuántas novias acaparó (tampoco lo sabría él, seguramente...) pero fueron muchas. En una oportunidad, ya en sus últimos años, se cruzó con una señora muy fina y elegante que clavándole una mirada muy profunda y obsequiándole una sonrisa muy pero muuuuuy seductora, le dijo “Hola, Roberto... ¿te acordás de mí..?” Como él se quedó mudo y totalmente desorientado, dejando al descubierto que no tenía la menor idea de quién era la dama, ésta, visiblemente molesta, dio media vuelta y le dijo despectivamente: “Entonces... ¡jodete!!” Robertón era un tipo extraordinario y cualquiera que lo haya escuchado narrar sus anécdotas y vivencias coincidiría en que era una experiencia maravillosa. Vivió su vida en forma tan intensa, tan rica y tan osada, y su manera de relatarla era tan pintoresca que uno quedaba extasiado ante sus monólogos.
Recordemos, si no, cuando se paraba a recitar aquellos famosos versos que comenzaban así:
Esta llave cincelada
que en un tiempo fue colgada
(del estrado a la cancela,
de la despensa al ranero)
del llavero de la abuela,
y en continuo repicar
inundaba de rumores
los vetustos corredores;
esta llave cincelada,
si no cierra ni abre nada,
¿Para qué la he de guardar..?
…y cuando concluía la larga poesía, que declamaba de corrido y sin traspiés, nos miraba a todos con sus profundos ojos azules y ejerciendo aquella sonrisa irresistible, simplemente decía: “La compusimos una noche, Amado Nervo y yo…”
Futbolista nato, periodista de profesión, simpático de nacimiento y seductor por vocación, Roberto acumuló una enorme legión de amigos a los que invariablemente obsequió con lo mejor de sí: su propia amistad.Con su partida, el 21 de febrero de 2000, Roberto dejó un vacío enorme. En el fútbol todo, al que dedicó su vida y donde inscribió su huella indeleble; en la ciudad, que lo declaró ciudadano ilustre en diciembre de 1993; y -muy especialmente- en sus amigos y familia que lo recordamos con todo el cariño y simpatía que se supo ganar.
También dejó una frase que resume su filosofía de vida y lo pinta tal cual era: “A la vida hay que robarle un poco más que lo que la vida te da…”







4 comentarios:
Querido Dickie:
Hermosa resena de Roberto!
Roberto fue inolvidable, tenia una personalidad arrolladora. El nombre Roberton era el nombre con el cual el habia sido conocido en su carrera futbolistica, pero no se usaba jamas en la familia. Cuando el hablaba tenia una cierta fantasia en lo que expresaba, y nunca estabas completamente seguro si lo que te contaba era verdad o ficcion. Durante anos a agunos primos que jugabamos en lo de abuela nos hizo creer que estaba haciendo tramites con el Teatro Argentino para darnos unos escudos extraordinarios que tenian en deposito y que pensaban que no iban a necesitar. Nosotros estabamos entusiasmadisimos con la promesa, y cuando jugabamos a los cowboys e indios nos contaba como eran los escudos, que tenian plumas, que eran de madera tallada, que tenian manija del lado de adentro, etc, etc. Nosotros estabamos fascinados y cada tanto le preguntabamos como iban las negociaciones para conseguirlos. Con el tiempo nos dimos cuenta que estos elaborados escudos eran imaginarios.
Cuando Roberto manejaba el auto era muy comun que cruzara con luz roja, y a nosotros nos sorprendia su desparpajo, especialmente por el contraste de cuando estabamos en el auto con Guica. Cuando estabamos en el auto con Roberto era comun que le gritara cosas a la gente, siempre cosas graciosas o absurdas (pero jamas groserias). Por ejemplo, le gritaba a un tipo que estaba cruzando la calle "Por que te llaman Mickey Mouse?"O si por ejemplo estaba Willie en el auto la gritaba a algun transeunte "Hola Willie!!!"
Con Roberto era imposible caminar por el centro de La Plata y que no lo saludara nadie. Lo conocia muchisima gente y era comun que lo detuvieran a saludarlo, y el lo hacia con toda simpatia, pero luego te revelaba que no sabia quien era esa persona.
Roberto tenia una habilidad tremenda para ponerle sobrenombres a la gente, y eran tan ocurrentes y graciosos que generalmente prendian y les quedaba el nombre para siempre.
Muchas veces vemos que la gente que tiene una carrera deportiva no tiene inclinacion hacia la actividad intelectual, o tal vez en la juventud no tuvo oportunidad de estudios. En contraste con esto, Roberto era muy lector y muy culto, y era un placer conversar con el. Roberto era de esas personas que no se olvidan mas. Yo tengo muchas anecdotas mas de Roberto, ahora me tengo que ir a trabajar y los dejo.
Carinos a todos.
Qué buena sección! y qué lindo empezarla con el tío más popular... el detalle de que siempre cruzaba con luz roja se acompaña de la justificación que nos daba: luz roja significa precaución... para las veces q cruzo con luz roja (q son pocas....) yo la he adoptado!!!!! o "heredado"... también nos decía que su "escarabajo" se transformaba en lancha!!!!! a través de un dispositivo por el cual el caño de escape se daba vuelta y quedaba sobre la superficie del agua. Yo alucinaba con ver eso y siempre le pedía que lo probáramos...Como dice Eddy anécdotas hay muchas y creo q todas nos daban algo de alegría; ya hoy me reí un montón con las que contaron. Al ppio yo me creía todo, y cuando ya no me lo creí más, agradecía enormemente esa fantasía bastante delirante y me prestaba al juego.
Gracias primo por el trabajo que te tomás, esta es una forma fantástica de mantener viva la memoria familiar y además quiero decir que me gusta mucho como Dickie nos incentiva a ver y usar el blog. Ta´bueno, hay que colaborar! Besos a todos y todas!
Recuerdo UNA VEZ ME REGALO PESTAÑAS POSTIZAS TRAIDAS DE PARIS ,Y ROPA INTERIOR DE ENCAGE A MI QUE ERA UNA CHICA ,NOS MATAMOS DE RISA NI TE DIGO LAS COSAS QUE LE DECIA AL PADRE DE MANSUR QUE ESTABA EN CAMA CON DEPRESION ,TANTAS LOCURAS QUE CREO QUE EL HOMBRE VIVIO AÑOS GRACIAS A EL,Y A ELSIE QUE ERA TAN FINA LA RUBORIZABA .DIVINO ROBERTO BESOS ANALIA
3 cosas que rápidamente me vienen a la mente cuando me acuerdo de Roberto...
- Siempre me saludaba igual "Federico rico rico, Federico rico ra..." lo decía varias veces, yo, no se por que, me ponía colorado.
- "... esta llave cincelada, si no cierra ni abre nada ¿para que la he de guardar?"
Que bien le salía. Trataba de tener una llave (vieja si era posible) porque no solo lo recitaba, también lo actuaba.
- Otra cosa que me acuerdo es que, a las reuniones familiares (navidad, año nuevo, etc) cuando nosotros llegábamos el ya se estaba tomando un vinito con Guica.
Salud.
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